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En estos momentos que la
convivencia nos está resultando difícil, que el enojo y la ansiedad anidan
entre nosotros, busqué alguna lectura que me pudiese orientar para disminuir
los roces surgidos durante este prolongado confinamiento.
Durante estos más de dos
meses que he trabajado a distancia, cuando termino mis labores practico
poderosas herramientas para relajar la mente y reducir el estrés como son el Tai-Chi
y hacer Mindfulness.
Suelto por un rato las
preocupaciones de carácter económico y de salud que me acongojan para volver a someterme
a ellas en cuanto escucho los noticiarios o me conecto a las redes sociales.
Por eso, y porque durante las
videoconferencias percibo frustración, enojo, además de desilusión entre
algunos de los que participan y veo mi reflejo en sus emociones, fue que inicié
mi búsqueda. Todas, esas señales evidentes de nuestra aflicción me impulsaron a
buscar otra disciplina en que pueda apoyarme para evitar se contagie el
abatimiento.
Encontré algunos artículos
sobre las neurociencias del lenguaje donde explican la manera en que el
lenguaje afecta el estado de ánimo de las personas y por tanto las relaciones
humanas. Estas disciplinas de reciente desarrollo han comprobado que en medio de
una situación difícil si se utiliza el lenguaje positivo mejora el ánimo
tanto de quienes reciben el mensaje como de quien lo emite.
Se ha encontrado que existen palabras positivas de alta activación que se relacionan directamente con la salud. Son palabras que activan el sistema inmunológico y también el cardiovascular, aunque el mayor beneficio lo obtiene nuestro cerebro. Ejemplo de ello son palabras como: activo, entusiasta, feliz, alegre, sonreír.
Expresar excusas, quejas,
culpar a otros son fórmulas que obstaculizan la compasión, e impiden la
curiosidad, la creatividad y el aprendizaje. Quien usa un lenguaje negativo
vive una mentalidad de escasez, que fomentan el miedo, la inseguridad y el
aislamiento.
Según datos proporcionados
por Shawn Achor, uno de los expertos en Psicología Positiva, el cerebro positivo
es 31% más productivo que si está negativo, neutro o bajo presión. Los
vendedores que utilizan lenguaje positivo son 37% más productivos. Los
diagnósticos de los médicos que mantienen una actitud positiva y su lenguaje es
compasivo son casi 20% más precisos y correctos.
En esta temporada de “reactivación” en nuestras empresas, convendría incorporar un lenguaje positivo en nuestra práctica de Recursos Humanos para elevar el ánimo de nuestros colaboradores, lo que seguramente nos ayudará a disminuir los roces y fricciones naturales de la convivencia. Cambiar nuestro lenguaje nos abrirá otro horizonte para elevar la productividad. Comprueba el poder del lenguaje positivo.
Guadalajara, Jalisco a 1 de Junio del 2020
Norah Terrazas es Coordinadora de Proyectos en Sepanka Suite, donde colabora en el desarrollo de la Plataforma para la Gestión y Desarrollo del Talento. Se ha formado en el área de Recursos Humanos y desempeñó cargos directivos en varias organizaciones.