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La mayoría hemos sido
pacientes con alguna persona recién contratada; basta recordar aquella vez,
cuando un cajero en “entrenamiento” nos atendió en la fila del supermercado y
constatamos que la productividad a la que nos acostumbramos, estaba seriamente
disminuida. Está claro que la adaptación de una persona a un nuevo trabajo,
compromete la productividad, tanto la suya y como la de toda la organización. Por
ello, debemos ser conscientes de que todos necesitamos de un período de
adaptación.
El tiempo que requerirá un
nuevo colaborador para adaptarse a la empresa y al puesto que ha de desempeñar,
varia en buena proporción con el conocimiento que deba adquirir para realizar
el trabajo con la precisión y calidad requerida. Ese período se ha calculado
entre seis y dieciocho meses; por eso, los expertos han dicho que una nueva
contratación resulta tres veces más cara que implementar formas para retener al
personal.
Por mucha experiencia o
preparación con que cuente una persona, cada organización es un mundo por
descubrir y la forma de trabajar que se tenía, quizá no resulte efectiva en el
nuevo empleo. Seguramente por eso, el proceso de onboarding se ha
vuelto tan importante y se dedican varias semanas para ofrecer inducción a los
miembros que se integran a una compañía. Con esto, se trata de reducir el
tiempo de adaptación y la tasa de abandono temprano del empleo. No obstante, este
período de preparación la media estimada para volver productiva a una persona
es de seis meses.
Como es de suponerse, seis
meses no es una regla, hay personas que necesitan más tiempo y otras que en
pocas semanas son productivos. Situación que debe llevar a considerar que esos
primeros meses de “adaptación” serán a fondo perdido, si la persona no
rebasa los objetivos para los que es contratado. Conseguir que un nuevo
empleado despegue requiere tiempo y dinero.
Cuando un colaborador deja su
empleo de manera prematura, el costo de reposición se eleva sustancialmente. De
manera que, vale la pena pensar en invertir en desarrollar al talento con el
que ya se cuenta. Vale la pena sacar cuentas, ya que la generación Millenial
muestra una alta rotación y en menos de un año buscan nuevas oportunidades de
trabajo.
Por todo esto, es muy
importante buscar maneras para volver atractiva nuestra cultura empresarial y
desarrollar programas de formación para los nuevos colaboradores, así como
implementar un plan “semillero”, para preparar a los becarios que muestren
potencial para desarrollarlos.
Además, se debe tener en
cuenta al momento de realizar los trámites de selección de personal que la
adaptación es un proceso que involucra el ajuste a condiciones tales como:
El medio
ambiente de trabajo, es decir a variables tales el ruido, la
iluminación, las condiciones de temperatura, los agentes de riesgo químico y
las condiciones propias del diseño del puesto de trabajo.
v Las características
de la tarea, que guardan relación con la carga de trabajo, la
distribución del tiempo de trabajo y los niveles de responsabilidad.
v Las características
de la organización, condiciones tales como las políticas de gestión, el
manejo de los cambios, la claridad en las funciones, el nivel de autonomía y
colaboración.
Si estas condiciones de trabajo se
presentan en forma inadecuada, la adaptación de la persona se dificultará y
podremos enfrentar factores de riesgo psicosocial, los cuales pueden generar
estrés y trastornos de comportamiento que afectarán su satisfacción y
rendimiento.
Hay que cuidar que la adaptación de los
nuevos colaboradores sea satisfactoria, ya que de eso dependerá su rendimiento
y por tanto los resultados que se esperan de él. Labor que requiere
concientizar a los gerentes y a la alta dirección de que la adaptación se da en
forma paulatina, al igual que los resultados.
Guadalajara, Jalisco a julio 20 de 2021.
Norah Terrazas es Coordinadora de Proyectos en Sepanka Suite, donde colabora en el desarrollo de la Plataforma para la Gestión y Desarrollo del Talento. Se ha formado en el área de Recursos Humanos y desempeñó cargos directivos en varias organizaciones