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Quizá sientas que las
videollamadas en ocasiones te agotan y restan tiempo para realizar tus
actividades cotidianas. Pareciera como si la frecuencia y duración de las
juntas se extienden día con día. Sensaciones que resultan válidas en estos
tiempos cuando la sana distancia debe prevalecer como medida sanitaria para
prevenir contagios.
Generalmente durante las videollamadas grupales el lenguaje verbal que se utiliza para comunicar información se capta con claridad; no así, el lenguaje no verbal. Lenguaje este último, que nos permite interpretar los estados emocionales y las actitudes de las personas con quienes interactuamos.
De hecho, como resultado de experimentos realizados durante la pandemia en la Universidad de Norfolk Virginia por el profesor de ciber psicología Andrew Franklin encontró que las interacciones virtuales pueden resultar difíciles para el cerebro. Debido a que durante una videollamada se presta más atención de la habitual a las palabras y se disminuye la posibilidad de ver los gestos de las manos de las personas; incluso el lenguaje corporal queda eliminado. Además, si la calidad del video no es buena, las expresiones faciales tampoco serán claramente perceptibles. Es decir, nuestro cerebro es sometido a un esquema que no le resulta natural y que le demanda elevada y prolongada concentración en las palabras.
Disminuir las señales no
verbales que recibe nuestro cerebro durante una conversación, incluso
eliminarlas, resulta agotador. Y la sensación de cansancio se intensifica
cuando se ve en galería a varias personas, ya que también demanda mayor
concentración de la visión central del cerebro, para descodificar lo que dicen.
Por lo que, en muchas ocasiones no se obtiene nada significativo.
Para algunas personas, la
división prolongada de la atención genera la sensación desconcertante de que
estás agotado sin haber conseguido nada. El cerebro se siente abrumado con el
exceso de estímulos mientras está concentrado en buscar señales no verbales que
no logra encontrar.
Suponemos que las
videollamadas grupales son colaborativas; sin embargo, en la mayoría de las
ocasiones solo hablan dos personas al mismo tiempo mientras las demás escuchan.
Aunque a veces, aparentemente escuchan, porque en realidad están revisando
mensajes de texto, correos o algún tipo de reporte.
Se probó que es posible
reducir la fatiga que provocan las videollamadas apagando la cámara. Lo que
conviene hacer cuando resulte posible.
Al igual que cuando
participábamos en reuniones de trabajo presenciales, debemos aprender formas
para hacer más eficientes las juntas virtuales como: definir el objetivo de la
reunión y determinar la duración de la misma, elaborar una agenda de temas,
acordar reglas (levantar la mano para intervenir, acordar si debe estar
encendida la cámara o no, etcétera)
No colmes tu agenda de
videollamadas en un mismo día. Adminístralas y organízalas de manera que haya
espacios entre una y otra. Tómate un respiro para desconectarte.
Los expertos, recomiendan participar
en un máximo de tres videollamadas por día cuya duración no rebase una hora.
Así tendrías 60% de tu jornada laboral disponible para dedicarte a la
realización de diversas tareas.
Definitivamente las
videollamadas se han convertido en una potente herramienta de comunicación que
debemos aprender a utilizar en forma eficiente y efectiva.
Guadalajara, Jalisco a
diciembre 21 de 2020.
Norah Terrazas es Coordinadora de Proyectos en Sepanka Suite, donde colabora en el desarrollo de la Plataforma para la Gestión y Desarrollo del Talento. Se ha formado en el área de Recursos Humanos y desempeñó cargos directivos en varias organizaciones.