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Desde hace cinco o seis
décadas, en los Estados Unidos de Norteamérica se empezó a aprovechar la
modalidad de outsourcing para delegar en firmas especializadas aquellas
tareas, procesos o funciones no esenciales para una empresa, con el propósito
de destinar mayores recursos a las áreas claves y así, elevar la eficiencia
operativa.
Se delegaban funciones como
el procesamiento de datos, la contabilidad, el reparto de productos, la
limpieza de oficinas, la vigilancia de instalaciones, administración de
inmuebles e incluso la manufactura de piezas o partes de los productos.
Modalidad que ha llegado a emplear a 250 millones de personas en el mundo,
conforme datos de El Economista, periódico especializado en finanzas.
Gran parte del personal
subcontratado en nuestro país, casi 70% lo conforman jóvenes menores de 30
años. Para la mayoría de ellos, dicha modalidad les ofrece empleo temporal,
aunque en algunas ocasiones se convierte en una oportunidad para encontrar una
plaza definitiva.
A partir de 2017 quien adquiere servicios de una empresa de subcontratación de personal que entregue comprobantes fiscales, puede deducir la suma del Impuesto sobre la Renta ISR y el Impuesto al Valor Agregado IVA de todos los servicios que se hayan pagado. Lo que incentiva la subcontratación de personal.
En México durante varios
años, el propósito del outsourcing mutó y se convirtió en una figura
para evadir el pago de utilidades y de algunos impuestos derivados de la nómina.
Hasta 2012 cuando se aplicaron regulaciones específicas en la Ley Federal del
Trabajo, ya que una cuarta parte de las personas inscritas en el Instituto
Mexicano del Seguro Social están contratadas a través de esta modalidad.
Como han informado algunos
noticiarios, se calcula que solo 40% de las empresas de outsourcing en
México pagan impuestos conforme a la ley; además, se ha dicho que 10% de los
empleados registrados en esa modalidad paga impuestos correctamente, ya que se
dan de alta con un salario distinto al que perciben; sin importar que eso
repercutirá cuando se retiren
Los abusos, injusticias,
malos entendidos y otras cosas, hicieron parecer al outsourcing como una práctica
poco ética en nuestro país, por lo que adquirió mala reputación y hoy en día,
el mismo gobierno que contrató empresas de outsourcing para entregar y promover
programas sociales, busca desaparecerla, en lugar de tratar de mejorar las regulaciones
que existen al respecto.
El outsourcing es una
práctica aceptada a nivel mundial que permite a las empresas dedicarse a lo que
les resulta esencial y contratar a otra para administrar personal especializado
conforme se requiera. Vigilar el cumplimiento de las obligaciones de quien
contrata el servicio de outsourcing como de quien lo ofrece es tarea del
Estado, quien no debería incurrir en excesos que impidan este tipo de práctica.
Guadalajara, Jalisco a
noviembre 30 de 2020.
Norah Terrazas es Coordinadora de Proyectos en Sepanka Suite, donde colabora en el desarrollo de la Plataforma para la Gestión y Desarrollo del Talento. Se ha formado en el área de Recursos Humanos y desempeñó cargos directivos en varias organizaciones.