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En estos momentos que la convivencia nos está resultando
difícil, que el enojo y la ansiedad anidan entre nosotros, busqué alguna
lectura que me pudiese orientar para disminuir los roces surgidos durante este
prolongado confinamiento.
Durante estos más de dos años que he trabajado a distancia,
cuando termino mis labores practico poderosas herramientas para relajar la
mente y reducir el estrés como son el Tai-Chi y hacer Mindfulness.
Suelto por un rato las preocupaciones de carácter económico y
de salud que me acongojan para volver a someterme a ellas en cuanto escucho los
noticiarios o me conecto a las redes sociales.
Por eso, y porque durante las videoconferencias percibo
frustración, enojo, además de desilusión entre algunos de los que participan y
veo mi reflejo en sus emociones, fue que inicié mi búsqueda. Todas, esas
señales evidentes de nuestra aflicción me impulsaron a buscar otra disciplina
en que pueda apoyarme para evitar se contagie el abatimiento.
Encontré algunos artículos sobre las neurociencias del
lenguaje donde explican la manera en que el lenguaje afecta el estado de ánimo
de las personas y por tanto las relaciones humanas. Estas disciplinas de
reciente desarrollo han comprobado que en medio de una situación difícil si se
utiliza el lenguaje positivo mejora el ánimo tanto de quienes reciben el
mensaje como de quien lo emite.
Se ha encontrado que existen palabras positivas de alta activación que se relacionan directamente con la salud. Son palabras que activan el sistema inmunológico y también el cardiovascular, aunque el mayor beneficio lo obtiene nuestro cerebro. Ejemplo de ello son palabras como: activo, entusiasta, feliz, alegre, sonreír.
Expresar excusas, quejas, culpar a otros son fórmulas que
obstaculizan la compasión, e impiden la curiosidad, la creatividad y el
aprendizaje. Quien usa un lenguaje negativo vive una mentalidad de escasez, que
fomentan el miedo, la inseguridad y el aislamiento.
Según datos proporcionados por Shawn Achor, uno de los
expertos en Psicología Positiva, el cerebro positivo es 31% más productivo que
si está negativo, neutro o bajo presión. Los vendedores que utilizan lenguaje
positivo son 37% más productivos. Los diagnósticos de los médicos que mantienen
una actitud positiva y su lenguaje es compasivo son casi 20% más precisos y
correctos.
En esta temporada de “reactivación” en nuestras empresas,
convendría incorporar un lenguaje positivo en nuestra práctica de Recursos
Humanos para elevar el ánimo de nuestros colaboradores, lo que seguramente nos
ayudará a disminuir los roces y fricciones naturales de la convivencia. Cambiar
nuestro lenguaje nos abrirá otro horizonte para elevar la productividad.
Comprueba el poder del lenguaje positivo.
Norah Terrazas es Coordinadora de Proyectos en Sepanka Suite, donde colabora en el desarrollo de la Plataforma para la Gestión y Desarrollo del Talento. Se ha formado en el área de Recursos Humanos y desempeñó cargos directivos en varias organizaciones.